Preocupa la contaminación del aire o del mar pero la de los suelos es un asunto marginado en la agenda medioambiental pese a su relación directa con la alimentación y la salud humanas.
Roma, 2 MAY 2018 - 19:01 ART.DIARIO “EL PAÍS” "El problema es que en todos los sectores, incluso en la agricultura, vemos el suelo solo como un soporte, como una plataforma sobre la que construir o cultivar", lamenta Raúl Zornoza, investigador de la Universidad Politécnica de Cartagena y secretario de la Sociedad Española de la Ciencia del Suelo. "No lo vemos como un recurso que, además, no es renovable a escala humana: estamos degradando algo que es esencial para producir comida", añade. Solo en Europa hay 340.000 terrenos contaminados que requieren acciones para sanarlos. En China, el 19% de la tierra cultivable está contaminada con sustancias como cadmio, níquel o arsénico. Pero el mayor problema, coinciden los expertos, no son estos preocupantes datos, sino la falta de ellos. Especialmente en los países en desarrollo. "Hay países con gravísimos problemas de contaminación en los que ni existe información", apunta Zornoza. La FAO (agencia de la ONU para la alimentación y la agricultura) ha publicado este miércoles un informe en el que alerta de la "realidad oculta" que es la polución de los suelos. "Muchas veces asociamos la contaminación del terreno a desastres como el de Chernóbil, a guerras o terremotos: pero es mucho más", ha dicho Mette Wilkie, la directora de Ecosistemas de ONU Medio Ambiente. En la Unión Europea, donde hay más abundancia de datos, se calcula que 36% de la polución viene de la producción industrial (incluyendo la agricultura) y el comercio, el 17% de la industria petrolera o un 15% del tratamiento municipal de basuras. Nos falta ser conscientes de que si estropeo el suelo voy a contaminar el agua que bebo, el aire que respiro y la comida que como. Prácticas agrícolas inadecuadas, vertidos incontrolados de basura, abonos o aguas residuales, malas prácticas en el tratamiento de residuos... Metales pesados, plásticos y otros residuos acaban degradando la tierra ya sea por vertidos directos, al depositarse tras ser emitidos a la atmósfera o a través del agua. Y viceversa. La contaminación del suelo se traslada al aire y a los recursos hídricos (incluidos los mares). A veces, incluso, a la comida cultivada en ese suelo. Para seguir leyendo sobre este artículo, visite la pagina: https://elpais.com/elpais/2018/05/02/planeta_futuro/1525258224_030175.html
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